Tragos, baladas y el rock de Maná regresa por la puerta grande a Madrid: "Se nos había olvidado"

Siete años después, una de las bandas míticas mexicanas llenó de la energía, contenida por momentos, de su música el WiZink Center
Maná ofrece la primera de sus dos noches en Madrid dentro del 'México lindo y querido Tour'
Cordon Press

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Si alguien se preguntaba cuántas ganas tenía Madrid de Maná, y viceversa, quedó muy claro en la noche de este miércoles. La primera de las dos con las que la banda mexicana regresa a España -con la gira 'México lindo y querido Tour'- después de siete años de ausencia en nuestro país. El WiZink Center volvió a ser casa para Fher, Juan, Álex y Sergio, las cuatro almas detrás de una agrupación que tiene mucho rock a sus espaldas, pero también baladas y hasta ritmos con el medio 'tempo' del reggea, que les hace únicos dentro de esa industria en la que llevan casi 40 años dando guerra juntos sobre los escenarios del mundo.

'Manda una señal' era mucho más que una apertura de 'show': era la demostración de que, efectivamente, si necesitaban un gesto por parte de sus incondicionales de que estaban al otro lado de su música en vivo, era para remar a través de unas letras con las que varias generaciones alrededor del mundo, hemos crecido. "¿Quién te hará el amor, aquí, en Madrid?", era ese ligero cambio en 'De pies a cabeza', en el primero de los muchos guiños que haría el líder de Maná a esta ciudad que les supuso la puerta de Europa para extender esa cultura que representan a través de su obra.

"Miren cómo se ve la casa llena", decía entre la emoción y ese carácter enérgico que es seña de identidad de Fher, la voz cantante. "Madrid, España, ya nos extrañabamls un chingo. Siete años... Se nos cruzó una pandemia, pero créanme que siempre los hemos llevado en el corazón porque son el mejor público del mundo", se metía a las más de 15.000 gargantes en el bolsillo con apenas un puñado de esas palabras que sabe medir de manera milimétrica en sus números 1.



Los imprescincibles de toda una carrera

Más allá de toda esa riqueza melódica y cargada de matices de su repertorio clásico, ofrecían pinceladas de 'covers' prestadas de grandes de la música. La primera, 'Corazón espinado', del gran Santana. Una pieza también de ellos, por ese 'featuring' que ha permanecido en el imaginario desde su llegada en 1999. Una manera de demostrar el virtuosismo de Fher a las cuerdas de la guitarra. De una de ellas, porque colgaba y descolgaba este instrumento de su cuello con una ligereza pasmosa. Con la de quien sabe lo que se hace porque lo ha interiorizado como un automatismo más de la puesta en escena.

Espectacular esta, por cierto: no faltaron los cañones de fuegos artificiales, los visuales tanto dentrás de la banda como en la parte superior frontal del escenario para aportar valor añadido a la narración. 'Hechicera' era el puente antes de lanzar un nuevo cumplido a la capital: "Se nos había olvidado la potencia y en lo afinadito que estaban los madrileños". Regresaba al discurso y, tras reconocer que había necesitado un humidificador porque el ambiente de Madrid se le hace seco, confesaba que se había portado muy bien la noche anteriro para poder dar lo mejor de sí en el 'aquí y ahora' de la música.

Maná ofrece su espectáculo en Madrid tras siete años de ausencia

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La sutileza de los 'Labios compartidos' se abría paso y, una vez más, la entrega de quienes habían esperado demasiado para verles en vivo, se hacía patente en cada rincón del WiZink Center. Era momento para tratar de concienciarnos sobre la importancia de cuidar del medioambiete. Para invitarnos a la reflexión del mundo que vamos a dejar a los que vienes detrás, con '¿Dónde jugarán los niños?'. Aderezada la puesta en escena con un elefante gigante que hacía acto de presencia en la parte derecha del escenario, para dar un toque de surrealismo mágico a la espectacularidad de lo que teníamos ante los ojos.

España, puerta musical de Europa

"El siguiente tema es uno de los primeros que colamos en España", tiraba de memoria Fher. Para todo ellos, explicaba, fue una de las mayores satisfacciones de su carrera. ¿Por qué? Pues poque, aunque no terminemos de ser conscientes de ellos, este país en el que, como subrayaba, hay muy buenos músicos, es la puerta hacia Europa de quienes tratan de traernos su propuesta desde el otro lado del charco. Agarraba su armónica para hacer sonar esos primeros compases de 'Vivir sin aire'. Y sin aire casi se queda cuando pidió un vaso que se bebió de un trago a la salud de todas las nacionalidades presentes en la sala, con especial fuerza a esos mexicanos que les acompañaban en la velada.

Repuestas las fuerzas, el cabalgar por el 'setlist' nos llevaba hacia 'Mariposa tracionera' y a ese homenaje que ya se ha incorporado como una pieza más para ellos que es el 'Se me olvidó otra vez' del maestro Juan Gabriel. Como también esa ranchera que todos conocemos de memoria, 'El rey' -obra original de José Alfredo Jiménez-, que llevaba a los presentes a corear a pleno pulmón aquello de "con dinero y sin dinero, hago siempre lo que quiero y mi palabra es la ley".

Con todos entrados ya en calor, 'Oye mi amor' entraba a escena. También un foco con el que Fher jugueteó a lo largo de esas dos horas y media de 'show' auténtico, para hacer gritar al ritmo de su entonación, al antiguamente llamado Palacio de los Deportes -aseguró no entender el cambio del nombre por una denominación que, a él, le suena a ruso- por mitades. Una manera más de establecer una comunión entre lo que pasa encima y abajo dele scenario. De que dos mundos, el del artista y el del fan, converjan para generar una de esas atmósferas que no se pueden describir y que solo entiende quien lo haya experimentado en primera persona.

Álex González ofrece diez minutos de solo de batería en el centro del escenario del WiZink Center de Madrid

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Virtuosismo a la batería

El ritmo reggea de 'Get up, Stand up', era un preludió perfecto para, aproximadamente, 10 minutos de virtuosisimo: los que regalaba, con sus baquetas en la mano y golpeando de todas las maneras imaginables -incluso de espaladas- su batería, Álex González. Uno de esos momentos que quienes les han seguido en su carrera, esperan con ansia. Lanzó cuatro baquetas, beso previo para darles un toque más especial, al público de Madrid que no se esperaba la aparición de la banda justo en la parte contraria del recinto.

Sí, con el pelo recogido y cambio de chaqueta, Fher y sus muchachos se situaban en la parte trasera del WiZink Center, en lo que llamaron 'isla', para las siguientes canciones que traían bajo la manga. Un movimiento con el que acercarse a más partes de ese público que les permitió colgar el cartel de 'sold out'. "Qué bonito estar en el corazón de Madrid", un nuevo piropo antes de que sonara 'Te solté la rineda', una especie de tributo a José Alfredo Jiménez, dentro de un 'show' plagado de guiños a grandes referencias de su carrera.

Llegaba un momento muy especial. Porque 'Te lloré un río' era la oportunidad perfecta para invitar a Christian Nodal a subirse al lado de ellos para interpretarla. Un talento mexicano que estamos descubriendo en nuestro país y que este mismo viernes ofrecerá su 'show' propio en ese mismo WiZink Center. Era el primero de los tres instantes mágicos que iba a dejar esa nueva ubicación. ¿El segundo? Una carta de puro amor a su madre con la que introducir 'El reloj cucú' que, tras esta lectura, cobra otra dimensión.

Christian Nodal, invitado especial en la primera noche de Maná en Madrid siete años después

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La mirada al cielo

"Las canciones también sirven para romper la tregua de lo no dicho. Esta canción va para mi mamá, que cuando mi padre falleció, ella aguantó con estoica valentía en su silencio. Io yenía 7 años y no entendía. Mi padre ya no iba a mí habitación a darme a un beso en la frente. Mi madre no sabía cómo encararlo. Mi pregunta siempre fue y siguie siendo: ¿cuánta triste puede caber en un silencio?", se preguntaba antes de interpretarla con todo su corazón. Al terminar, un beso al cielo. Significativo.

Marco Antonio Solís se hacía carne en ese momento a través de su 'Si no te hubieras ido', para dar paso a 'No ha parado de llover'. El tercero de esos instantes a los que nos referíamos era la subida al escenario de una persona al azar de entre el público. Marina. De Alicante. Y residente en México durante 10 años. A pesar de que Fher casi le mete en un jardín al insinuar que había ido acompañada de un muchacho que no era su pareja, aprovecharon para dedicarle a Borja, el amor de su vida, 'Eres mi religión'.

De nuevo, paseo hacia el escenario central. Entrábamos en esa traca final para poner el punto y final a una de esas noches que ya son historia de la historia melódica madrileña. de nuevo, los focos y el protagonimo para Álex, que se marcaba su 'Me vale', sin dejar de tocar la batería fiel compañera de batallas. El remate, tres de esos 'must' que, te guste más o menos la banda, todos hemos escuchado: 'En el muelle de San Blas', 'Clavado en un bar' y 'Rayando el sol'. En su caso, 'rayando la gloria'. Porque fue una reentré en Madrid por la puerta grande. Aunque, en realidad, el espíritu y esa conexión con quienes les han permitido ser quienes son, jamás se fueron de esta ciudad.

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